El pastizal pampeano, “mar de pasto” —como lo llamó Darwin—, es uno de los biomas más fértiles del planeta y se encuentra en la región Pampeana de la Argentina. Es una llanura interminable cubierta de gramíneas y pastos bajos. En algunas zonas más, en otras menos, se pueden ver zorros, pumas, ñandúes, cuises, peludos, zorrinos, perdices y, con suerte, algún venado de las pampas. Chajás, benteveos, tijeretas, chimangos, caranchos, infinidad de aves.
En la pampa, las tormentas de verano son un espectáculo digno de ver: el calor agobiante, la calma, el cielo negro que se ve al sur, iluminado por rayos y relámpagos. Después, el viento fuerte arrastrando tierra y arrasando con todo. Finalmente la lluvia, aplacando el suelo y aliviando ese calor agobiante. ¿Será por eso que originariamente en la pampa sólo había pastizales, pero ni un solo árbol?
Este espacio sin límite donde me crié me inspira y me calma. Ese mar de pasto interminable es el lugar donde soy feliz.
He aquí mi honor al pastizal pampeano, fresco y elegante.