Se llama así por su canto ruidoso y chillón, que pareciera decir “Benteveo, ¡bicho feo!”, aunque lejos está de ser un bicho feo. Por el contrario, es un ave muy atractiva, con el pecho amarillo y un distintivo antifaz negro. Es nativo de América y se distribuye ampliamente por todo el continente.
En el litoral argentino se lo considera un pájaro de mal agüero. Entre el mal presagio y el mote de “bicho feo”, no tiene muy buena fama, pero es un pájaro pacífico, que sólo se muestra agresivo en la defensa de su nido. Además, es monógamo, fiel a su pareja para siempre.
Acá estoy, a pesar del mal agüero, haciéndole honor a esta ave que me trae buenos recuerdos de diferentes regiones de mi país, y me acompaña con su exótico canto todas las mañanas en mi jardín.